Jean Paul Sartre

El padre del existencialismo fue un hombre controvertido y de armas tomar. Lo sabía toda Francia, pero la Academia sueca, al parecer, no se hizo eco de su reputación.

Cuando su nombre sonaba como candidato al Premio Nobel de Literatura, el filósofo dirigió una carta al Comité Nacional en la que manifestaba que no deseaba el premio, “para no cometer la indelicadeza de rechazarlo en caso de que le fuera conferido”.

Haciendo caso omiso de su misiva, en 1964 el filósofo francés fue galardonado con el premio, que, muy coherentemente, rehusó junto con los 52.000 dólares en efectivo que acompañan a tan meritado galardón.

Posteriormente, Sartre explicó que había rechazado el premio porque no quería ser institucionalizado por el Oeste o por el Este y que su aceptación, hubiera implicado perder su identidad de filósofo.

Las malas lenguas atribuían el rechazo a una venganza contra el Comité por haber otorgado el premio antes que a él, en 1957, a Albert Camus, con quien el filósofo mantuvo una buena amistad y colaboró hasta que de nuevo, desavenencias de tinte político les separó.

Incluso la prensa rosa del momento tuvo margen para achacar las causas a motivos sentimentales con su compañera Simone de Beauboir.